martes, 23 de enero de 2018

Opuestos Complementarios

Uno es el hombre
uno no sabe nada de esas cosas
que los poetas, los ciegos, las remeras
llaman "misterio", temen y lamentan.
Jaime Sabines


Ser mujer tiene sus implicaciones, ciertas ventajas y algunas complicaciones. ¿La posmodernidad ha venido a embrollar la situación un poco más? Ahora, además de mantener el hogar adecuadamente limpio y ordenado, encargarse de la ropa, las compras, hacer comida, y la crianza de los hijos; las mujeres han trabajar y que no se nos olvide el santo mandato de estar siempre linda y bien depilada. Estoy exagerando, como de costumbre.

Pero, una vez dicho lo anterior, me pregunto: ¿es esto ser mujer? ¿Y qué repercusiones tiene entonces ser varón? ¿El mandato de ser fuerte, alto, trabajador, decidido y pudiente es asequible para todos? En los días que corren los hombres están cada vez más implicados en las tareas domésticas y empiezan a involucrarse más activamente en la paternidad. 

Simone de Beauvoir señala que la mirada que califica a una mujer de coqueta o sumisa; frívola, caprichosa o cariñosa es un constructo social y agrega que el confinamiento femenino a las tareas del hogar tiene como resultado falta de libertad. Y es cierto que la posibilidad del propio sustento se acompaña de la ocasión de elegir. El acceso a un ingreso propio ha sido importante en la conquista femenina del empoderamiento, aunque ¿escucharon hablar de la desigualdad salarial? 

http://www.lanacion.com.ar/2102470-las-mujeres-ganan-un-23-menos-que-los-hombres-el-mayor-robo-de-la-historia-segun-la-onu

Hay que decir también que muchas mujeres son cabeza de familia, y que, hace apenas 30 años, era posible mantener un clan con el sueldo de uno solo y ahora eso parece cada vez más utópico. ¿Comprar una propiedad? Algunos bancos te invitan a pagar la hipoteca de aquí a que te mueras... pero eso es harina de otro costal.

Volvamos al tema de género. Judith Butler, quien desarrolló la Teoría Queer, definió el género como un discurso normativo social. Afirma que la orientación e identidad sexual no son naturales sino, de nuevo, y de acuerdo con Simone, construcciones sociales restrictivas impuestas por la cultura. 

Los estereotipos son interesantes de observar. En Argentina, me han preguntado más de una vez si es verdad que los mexicanos son muy machistas, a lo que ríendome he contestado: yo diría que son muy mandilones. [Léase pollerudos, calzonazos]. La verdad es que hay de todo, como en cualquier parte: incluso en países de primer mundo un alto porcentaje de mujeres declara haber sido víctima de abusos por parte de su pareja, así que, al parecer eso del machismo es internacional. Y cuando nos referimos a víctimas de violencia de género, no estamos hablando necesariamente de gente sin educación o sin recursos, citamos también a mujeres con grado universitario, bien informadas, insertas en la gran maquinaria social y que muchas veces ocupan cargos importantes dentro de las grandes organizaciones. 

Pero, si bien estamos de acuerdo con que los hombres y las mujeres hemos de gozar de los mismos privilegios, ¿cómo hemos llegado hasta aquí? Grandes grupos de mujeres salieron hace unos meses a mostrar sus torsos desnudos en el centro de Buenos Aires por la igualdad de género. Todo comenzó cuando la policía les pidió a tres bañistas que hacían topless que se cubrieran en una playa argentina.

 https://www.clarin.com/sociedad/vivo-tetazo-obelisco_0_HkBBahwdl.html

Eso se puso polémico porque luego al parecer, algunas mujeres se sintieron ofendidas por la presencia de los hombres que acompañaban la manifestación:

https://www.infobae.com/tendencias/2017/02/07/el-tetazo-desde-adentro-entre-el-derecho-a-mostrar-el-cuerpo-los-curiosos-y-la-confusion/

¿Se solucionaría todo este asunto si, por ejemplo, un buen día, los empleadores decidieran igualar los salarios de sus empleados? ¿Qué pasa con las madres que educan distinto a sus hijos varones que a las chicas? Ellos a relajarse mientras las niñas lavan los platos. Mi madre me contó que en su adolescencia planchaba la ropa de sus seis hermanos. Hasta el hartazgo, hemos escuchado historias sobre la preferencia sobre los hijos varones porque ellos van a preservar el apellido, porque darán continuidad a la empresa familiar y demás. Esto se refleja, explica Jodorowsky en la masculinización de nombres femeninos, poner a una niña Jorgelina, Francisca, Juana, Rafaela y tantos otros. Ser mujer y haber sido deseada por los padres como varón, o ser hombre cuando los papás querían una niña, impacta en el inconsciente de la persona que tiende a mostrar distintos comportamientos para "intentar agradar y ser aceptado". Para más información busque: Proyecto sentido.

Volvamos al punto medular: Además de las obvias diferencias que saltan a la vista entre hombres y mujeres, la Neurobiología responde algunas preguntas acerca de nuestro comportamiento. Por ejemplo, gracias a la resonancia magnética, hoy sabemos que el área preóptica medial en el hipotálamo, encargada del impulso sexual es dos veces y media mayor en los varones. Además, las uniones tempoparietales dedicadas al procesamiento cognitivo de las emociones son más activas en ellos; mientras tanto las neuronas espejo, (otro sistema de procesamiento del cerebro) es más activo en las mujeres, que tienen más empatía y desarrollan más conexiones en los centros de comunicación. El hipocampo de la mujer es un poco más grande, eso significa: mayor inteligencia emocional. 

Esta es la razón por la cual, cuando cuentas tus problemas a un tipo, casi siempre, éste va a ofrecer una solución pragmática, mientras una fémina será capaz de darte contención emocional.

Otra observación tiene que ver con el hecho de que nosotras somos multitareas, capaces de utilizar ambos hemisferios cerebrales al mismo tiempo y ellos no [punto para las damas]. 

Las hormonas juegan un papel muy especial en todo este enredo, la testosterona, que como una bomba explota en el cuerpo de los fetos que serán niños para formar el aparato reproductor masculino, decrece en la primera infancia y se incrementa en un 250% en los chicos de 9 a 15 años. 

Según la Neurobióloga Louann Brizendine, el cerebro de los hombres no termina de madurar sino hasta entre los 22 y 25 años. ¡Esto explica muchas cosas! Me he quedado más tranquila al saberlo. Además comenta que los hombres mayores de sesentaytantos años, que han bajado considerablemente sus niveles de testosterona se vuelven más comprensivos y afables, ¡abuelos que dan ternurita!

Bromas aparte, lo que me parece más oportuno es preguntar, ¿cómo podemos asumir nuestra responsabilidad por la denominada guerra de sexos? ¿Qué medidas hemos de tomar para realizar un cambio verdadero y tangible en nuestra vida y en la sociedad de la que hacemos parte? Un buen inicio puede ser aceptar y celebrar nuestras diferencias que gracias a siglos de evolución garantizan el futuro de la especie. Educar a los niños en la igualdad de valores, sentirnos nosotros mismos en nuestra intimidad igual de valiosos que cualquiera. Al final de cuentas, hombres y mujeres somos los polos negativo y positivo que se atraen: opuestos complementarios.

Por cierto, ¿sabían que las células tienen género? Hace poco leí un artículo que explica cómo los transplantes de órganos son mejor aceptados cuando vienen de mujer a mujer o de hombre a hombre. Otro día hablaremos más al respecto.




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