jueves, 22 de abril de 2010

Pensamiento mágico II


¿En qué me quedé?

Ah, sí. En que siempre encuentro que más y más personas sabias comparten mi opinión (o yo comparto la suya, pues). Platón, por ejemplo, ilustra bien la convicción de una verdad oculta en el mito de la caverna, en el que se refiere a unos hombres que permanecen atados en el interior de una cueva, obligados a mirar en una sola dirección en la que sólo pueden ver sus propias sombras proyectadas por el fuego que arde detrás.

¿Vieron Matrix? Ah, pues por ahí va la cosa también. Para mí, la vida cotidiana nos ofrece el mismo discurso. Es una lástima que generalmente las personas tengan una visión precondicionada de la realidad. Esa es una de las razones por las que no estoy muy clavada con el "si yo hubiera", ni con la idea del destino. Lo que a mí me tiene atrapada es más bien la fatalidad, y es que hay algunos acontecimientos o circunstancias de la vida que se me antojan inevitables, y lo que pienso siempre es que hay una lección detrás. Lo digo simplemente porque he observado que todos tenemos ciertas "debilidades" en las que caemos una y otra vez, y no es hasta que nos damos cuenta de eso y nos convencemos de que hay que cambiar, que lo que sucede a nuestro alrededor cambia también.

Esto me lleva al antiguo principio: "Conócete a ti mismo", (advertí que soy una romántica sin remedio, así que por favor no me tiren piedras). Bien, pues yo creo que todas las personas tienen en realidad un ser luminoso agazapado en su interior, sí, sí, algunas veces muy adentro, pero ahí debe estar. Según mis cálculos, el problema es que ¡no lo saben! Entonces no pueden apreciarse a sí mismos y como consecuencia, no aprecian a los demás. Se los pondré de una forma práctica, como una parábola —bueno es una historia de la vida real—: Cuando yo estaba en la universidad, tenía una profesora madura y malencarada, que disfrutaba dando malas notas, todos sabíamos que era soltera, a lo que comúnmente se atribuía su mal carácter. No era particularmente fea, pero tenía mala actitud. Se odiaba a sí misma y por eso odiaba al mundo.

¿Qué sucede cuando te acercas amable y sinceramente a esa clase de gente? Tal vez toma tiempo, pero al final, terminarán por ser amables a su vez. Lo que significa que la gente hostil esconde a una persona maravillosa. Comprobado. Todo es una cuestión de actitud. ¿No han visto esas parejas de hombre muy feo con mujer guapísima? Ah, pues seguramente el tipo sí que se la creyó.

Los dejo con un compendio de la forma en la que describieron la vida los cuatro judíos más influyentes de la historia:

Jesús: Todo es amor
Freud: Todo es sexo
Marx: Todo es dinero
Einstein: Todo es relativo

Es un chiste de Palou que escuché por ahí.

2 comentarios:

  1. Jajajajaja. Buen punto la del hombre feo. También aplica para las mujeres feas. Acuérdate de lo que te conté. Jajajajaja. En fin. El punto es que estoy de acuerdo con todo lo que dices. Y soy fan de tu blog.

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  2. jajaja... ¡gran verdad lo que dices!. Y que bien escribes

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