Pensaba que la eutanasia es una buena solución. Apasionadamente argumentaba que nadie debería estar condenado a sufrir. Era una ferviente seguidora de las normas indoloras y el culto al hedonismo. Luego descubrí el carácter sagrado de la fatalidad en la vida y cambié de parecer. Recuerdo incluso haber intentado disuadir a un amigo de sacrificar a su perro enfermo de cáncer, "es su karma y debes respetarlo", le dije. No me hizo caso.
También fui hippie. De muy joven estaba convencida de que el dinero no es tan importante —pos sí, no pagaba las cuentas—. Luego me percaté de mi absurdo: La buena vida es cara. Hay otra, pero esa no es buena. ¡Qué bonito es comer en un buen restaurante, dormir en sábanas de 10 mil hilos, usar tecnología de punta!
Perdí tantas veces mi postura que terminé por ganar la sola convicción de que continuaré haciéndolo. Es mi vida.
Y seguramente en algún punto tendrás otro postura al respecto, ja. ¿Pero como ser estático, cuando nada en este mundo lo es?
ResponderEliminarFELICIDADES por lo del tabaco ;-)
ResponderEliminarLos sere humanos aprendemos y maduramos a través de la experiencia; podemos hablar a priori, pero cuando vivimos algo "desde adentro" nos percatamos de todos los pros y los contras, y tenemos que adaptarnos a las condiciones de vida que estemos llevando, por lo que seguramente iremos cambiando o modificando nuestras convicciones con cada peldaño que avancemos en la escalera de la vida.
LO ÚNICO PERMANENTE ES EL CAMBIO :-)