viernes, 4 de junio de 2010

Antigadget


Por más que hago la lucha, nomás no consigo entrarle al mundo de la tecnología, tengo un amigo que dice que soy como mujer de los años 50, y tiene razón. Prefiero leer, ponerme a hornear galletas o tejer una bufanda antes de leer la guía de instrucciones para usar mi computadora más allá de checar mails (porque el instinto pa moverle no lo tengo y siempre que le meto mano, termino por no saber cómo salirme de dónde me metí). A veces desearía ser hábil con las máquinas, como tantos otros pero no me inspiran amor. Prefiero la compañía humana ¿qué le voy a hacer?

Sigue siendo cómico tener que explicarle por enésima ocasión cómo usar el reproductor de dvd o cómo encontrar un canal en la guía de cablevisión a mi progenitora, pero por otro lado, la comprendo. Las broncas que tienen las mamás con los dispositivos electrónicos son solamente un asunto generacional, normalmente, la gente de mi edad sí sabe usar sus dispositivos. Pero si yo entiendo de los programas que uso para la chamba es porque la cosa es de vida o muerte.

Por eso llevo varios días usando mi viejo celular de lo más equis wey, en lugar de abrir mi nuevo iphone 3Gs, que adquirí por puritita persuasión --que es una de las mil razones equivocadas para hacer las cosas--. Ya sé que está bien fácil, wey, que nomás te metes a la página de apple y ahí te dice cómo, que "es más, si lo abres, solito te va diciendo". Es más, creo que si consigo abrirlo algún día, hasta me va a gustar. Pero ash. Ahí con los años, a ver si me apetece.

4 comentarios:

  1. Mira tienes tres opciones: o usas la tecnología como una extensión de tu mente, o la usas como una máquina para mantener vivo a un individuo en estado de coma... la tercera opción es vivir en una realidad paralela en la que no existe nada de eso...

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